Durante el siglo XIX, el teatro chileno se reducía a presentaciones de grupos extranjeros, especialmente en grandes escenarios como Santiago, Valparaíso o algunas oficinas salitreras del norte. Durante el siglo XX, el teatro chileno sufrió un importante cambio, cuando de mano de autores nacionales como Armando Moock (1894-1942) comenzó a perfilarse un nueva forma teatral, especialmente más nacional y criollista.
A partir de la primera década del siglo XX, comenzó una explosiva aparición de dramaturgos nacionales con una considerable incremento de montajes chilenos. En la zona norte se desarrolló el “Teatro Obrero” en las oficinas salitreras, fenómeno impulsado, principalmente, por Luis Emilio Recabarren.
El origen del Teatro UC se remonta al 17 de octubre de 1943, cuando un grupo de estudiantes de arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile presentan el autosacramental “El peregrino” (un auto sacramental es una pieza de teatro religioso medieval, más en concreto una clase de drama litúrgico, de estructura alegórica y por lo general en un acto, con tema preferentemente eucarístico, que se representaba el día del Corpus Christi). Se considera ese momento como el fundacional de la entonces compañía Teatro de Ensayo de la Universidad Católica. Esta obra del español Josef de Valdivieso, fue dirigida por Pedro Mortheiru con escenografía de Fernando Debesa. En este primer periodo, el Teatro UC fue dirigido por Pedro Mortheiru, con la asesoría entre otros de Fernando Debesa, Gabriela Roepke (dramaturga) y Teodoro Lowey (actor).
Desde entonces esa agrupación fue avanzando hacia una profesionalización del oficio de actores, directores y escenógrafos, desde la práctica, pues no existían espacios de formación oficial. Recién en 1945 se crea la Escuela de Arte Dramático de la UC, como primer espacio de formación en artes escénicas de la Universidad.
Con el tiempo se fundó la Escuela de Teatro de dicha casa de estudios (pasando por varios otros nombres y formatos), la que existe hasta hoy y que es la unidad académica de la cual depende el Teatro.
Eugenio Dittborn, director teatral, asumió la presidencia del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica en 1954, cargo que desempeñó casi ininterrumpidamente en sus sucesivas etapas, hasta 1979. En 1956, el Teatro de Ensayo logró sala propia: el Camilo Henríquez, en Amunátegui con la Alameda. El Teatro de Ensayo exploró otros géneros, como la comedia musical y el realismo costumbrista y el realismo poético, en especial. Las obras más relevantes de este período son: “Martín Rivas” (1954), “La pérgola de las flores” (1960, de Isidora Aguirre y Francisco Flores del Campo), “Versos de ciego” (1961), “El tony chico” (1965) y “La niña en la palomera” (1967).
En 1969, durante la Reforma Universitaria, el Teatro de Ensayo UC ysu Academia de Teatro se integran a un nuevo organismo interdisciplinario: la Escuela de Artes de la Comunicación (EAC), al que pertenecieron algunos miembros históricos del Teatro de Ensayo como Eugenio Dittborn, Héctor Noguera, Ramón Núñez, Sergio Vodanovic, Ana Reeves y Violeta Vidaurre.
La EAC fue reestructurada tras la instauración del Gobierno Militar en 1973. En 1977, se elimina de la universidad el área de televisión y cine, y se convierte en la Escuela de Teatro UC, y su teatro, en el Teatro de la Universidad Católica (TEUC). Dittborn, en su último periodo de dirección del teatro y también, como Vicerrector de Comunicaciones, consiguió importantes logros, como la compra de una sala de teatro propia para el Teatro de la UC en la plaza Ñuñoa en 1974.
La producción teatral en esta época fue de corte realista y costumbrista. Figuras como Germán Luco Cruchaga, autor de “La viuda de Apablaza” (1928) fue el principal exponente del naturalismo criollista, y Antonio Acevedo Hernández, autor de “Chañarcillo” (1936), considerado el padre del teatro social chileno, son representantes de este fenómeno de avanzada cultural.
En 1938, el Frente Popular, encabezado por Pedro Aguirre Cerda, concentró sus esfuerzos en la educación. Así, el Estado intervino impulsando el desarrollo de muchas instituciones. En el ámbito cultural, a través del Ministerio de Educación y la Universidad de Chile, se creó un Conservatorio de Música y una Escuela de Ballet, lo que fomentó la creación de teatros universitarios: en 1941 se fundó el Teatro Experimental de la Universidad de Chile, en 1943 el Teatro Ensayo de la Universidad Católica y en 1945 el Teatro de la Universidad de Concepción quienes contribuyeron al desarrollo de nuevas temáticas nacionales, que abarcaron dramas sociales, teatro psicológico, comedia criollista y el rescate de lo folclórico.
El origen del Teatro UC se remonta al 17 de octubre de 1943, cuando un grupo de estudiantes de arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile presentan el autosacramental “El peregrino” (un auto sacramental es una pieza de teatro religioso medieval, más en concreto una clase de drama litúrgico, de estructura alegórica y por lo general en un acto, con tema preferentemente eucarístico, que se representaba el día del Corpus Christi). Se considera ese momento como el fundacional de la entonces compañía Teatro de Ensayo de la Universidad Católica. Esta obra del español Josef de Valdivieso, fue dirigida por Pedro Mortheiru con escenografía de Fernando Debesa. En este primer periodo, el Teatro UC fue dirigido por Pedro Mortheiru, con la asesoría entre otros de Fernando Debesa, Gabriela Roepke (dramaturga) y Teodoro Lowey (actor).
Desde entonces esa agrupación fue avanzando hacia una profesionalización del oficio de actores, directores y escenógrafos, desde la práctica, pues no existían espacios de formación oficial. Recién en 1945 se crea la Escuela de Arte Dramático de la UC, como primer espacio de formación en artes escénicas de la Universidad.
Con el tiempo se fundó la Escuela de Teatro de dicha casa de estudios (pasando por varios otros nombres y formatos), la que existe hasta hoy y que es la unidad académica de la cual depende el Teatro.
Eugenio Dittborn, director teatral, asumió la presidencia del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica en 1954, cargo que desempeñó casi ininterrumpidamente en sus sucesivas etapas, hasta 1979. En 1956, el Teatro de Ensayo logró sala propia: el Camilo Henríquez, en Amunátegui con la Alameda. El Teatro de Ensayo exploró otros géneros, como la comedia musical y el realismo costumbrista y el realismo poético, en especial. Las obras más relevantes de este período son: “Martín Rivas” (1954), “La pérgola de las flores” (1960, de Isidora Aguirre y Francisco Flores del Campo), “Versos de ciego” (1961), “El tony chico” (1965) y “La niña en la palomera” (1967).
En 1969, durante la Reforma Universitaria, el Teatro de Ensayo UC ysu Academia de Teatro se integran a un nuevo organismo interdisciplinario: la Escuela de Artes de la Comunicación (EAC), al que pertenecieron algunos miembros históricos del Teatro de Ensayo como Eugenio Dittborn, Héctor Noguera, Ramón Núñez, Sergio Vodanovic, Ana Reeves y Violeta Vidaurre.
La EAC fue reestructurada tras la instauración del Gobierno Militar en 1973. En 1977, se elimina de la universidad el área de televisión y cine, y se convierte en la Escuela de Teatro UC, y su teatro, en el Teatro de la Universidad Católica (TEUC). Dittborn, en su último periodo de dirección del teatro y también, como Vicerrector de Comunicaciones, consiguió importantes logros, como la compra de una sala de teatro propia para el Teatro de la UC en la plaza Ñuñoa en 1974.
El edificio de la calle Jorge Washington 26, donde actualmente se emplaza el Teatro UC, pertenece a la Pontificia Universidad Católica de Chile desde el año 1974. Hasta antes de esa fecha, fue el recordado Cine Dante, o Cine Milano, como figura en los planos municipales, el encargado de dar vida al inmueble. Construido en 1945, el edificio fue diseñado por el arquitecto José Dvorestki, profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile y uno de los impulsores del movimiento modernista en país.
“Pertenezco a la primera generación de arquitectos con formación moderna que salió a luchar por ella y a realizarla. No fue tarea fácil. La nueva clase media alta, que prosperaba económicamente, prefería los estilos clásicos, ornamentados. El llamado estilo ‘georgian’ encajaba mejor con sus nuevas aspiraciones […], Clientes más modestos, veían en esta falta de ornamentación una ventaja económica que, inconscientemente, buscaban compensar con buen diseño. Ellos fueron mis clientes preferidos. Me tocó vivir la época heroica de la Arquitectura Moderna en Chile, cuándo ésta luchaba por imponerse”[1].
Las instalaciones originales contemplaban toda la esquina de Jorge Washington con Avenida Irarrázaval, incluido el bar “El Dante”, el que en ese entonces funcionaba como cafetería del cine. Por esos años, el barrio de la Plaza Ñuñoa recién comenzaba a establecerse como punto de encuentro para los vecinos de la comuna.
En el segundo piso del edificio, donde hoy se ubica la sala Eugenio Dittborn, estaba el palco del cine, con un balcón de butacas que miraba hacia la gran pantalla que se extendía por el actual escenario de sala del primer piso, aún se conserva las máquinas proyectoras de películas que, en aquellos años, emitían el haz de luz desde la caseta de operaciones en el altillo.
La sala 1 recibe su nombre por la gran actriz Ana González, quien precisamente se formó en la práctica, no en una escuela. La connotada actriz trabajó para obras en el TEUC desde 1947 hasta 1980, demostrando gran versatilidad también en el cine, la radio y la televisión. En 1969 recibe el Premio Nacional de Artes de la Representación.
La sala 2 lleva el nombre de Eugenio Dittborn, quien fue director del Teatro de Ensayo de la Universidad Católica por 25 años (1954-1979). Bajo su gestión se adquirió, en 1956, la primera sala del Teatro, en calle Amunátegui y donde actualmente funciona el Teatro Camilo Henríquez. Dittborn también fue el responsable del traslado del Teatro hasta el edificio de la Plaza Ñuñoa, en la década del setenta.
En lo artístico, el Teatro se posiciona como un escenario para la dramaturgia nacional y latinoamericana. Emblemática es su frase “no hay teatro chileno sin autores chilenos”. Dittborn permitió se dieran a conocer y consolidaran grandes autores nacionales como Sergio Vodanovic, Isidora Aguirre, Luis Alberto Heiremans, Fernando Cuadra, Armando Moock, Egon Wolf, Alejandro Sieveking, entre otros.